lunes, 31 de agosto de 2020

“Abro un agujero en mi célula inmortal y le enseño a morir” (reseña sobre “Abro al miedo” de Teresa Orbegoso)

 


Lo literal en “Abro el miedo” (Hanan harawi, 2019) de Teresa Orbegoso (Lima, 1975) tiene que ver con esa apertura señalada en el título, en el sentido que más que ocultar a través de un ropaje de palabras, se busca desocultar, nombrar una verdad poderosa. El sujeto poético ante el miedo a la muerte, en principio. Nombrar, como punto de partida para ingresar a una historia íntima, personal, pero también colectiva.

El lenguaje empleado en este libro se ajusta mucho a lo conocido como el poema en prosa. Lo poético aflora desde lo narrativo y es intervenido por esa voz inevitable del miedo literal, que difícilmente puede ser simbolizado. Esto se fundamenta según mi parecer, en esa necesidad de contar algo verdadero, que sea claramente expresado por parte de este sujeto. Esta literalidad es el portal de ingreso para acceder a la trama simbólica heterogénea (multicultural) que se articula a partir del miedo. El poema en prosa se sabe, se fundamenta en la búsqueda de una expresión que no se encasille en el marco definido por un género, llámese “lírica” por ejemplo, para desarrollar diferentes discursos en un mismo plano textual.

El sujeto poético entabla un diálogo con el texto de la poeta danesa Inger Christensen que aparece en el pórtico del libro, que desencadena el ritmo de este “Abro al miedo”, en esa necesidad de existir, frente a la posibilidad inminente de la muerte. Se inicia de la siguiente manera: “Sí Inger, el agua bendita de Santa Rosa de Lima existe/ La fría herida detenida existe/ con los mechones del cáncer arrancados existe/ Teresa Orbegoso existe”. La referencia directa al nombre y apellido de la autora, señala el origen y destino de esta poesía: La vida más allá de lo literario. Miedo descarnado. Y en ese deseo que sobrevive a la tensión de este sentimiento, “los instrumentos médicos” de esta poesía y el arte para ser empleados.

Esta circunstancia propicia el surgimiento de este mencionado miedo, que se manifiesta en imágenes relacionadas con la enfermedad, el cual presenta un eje que articula todo el libro, desplegado a través de  todo un viaje por sanar por parte del ser de esta voz. Para ello el sujeto poético es intervenido en estas estaciones con las cuales se nombran los diferentes títulos de los capítulos que lo componen: Cirugía, Herida, Sutura, Cicatriz.

El cáncer es personificado y éste deja muchos mensajes y conocimientos sobre el sujeto, como el portavoz de males atávicos sufridos por él y su entorno más íntimo. El cáncer en esta poesía, es algo o alguien, que regresa del pasado remoto. Es la enfermedad con toda su literalidad, pero a la vez es el detentor de un saber profundo, sobre ese ser que se “abre al miedo”. La enfermedad no solo tiene una fisiología aquí, sino una simbología. La historia de lucha de este sujeto. No solo puede quitarlo todo, sino ofrecerte una revelación: “La enfermedad se extiende sobre tu vestido como una mancha de aceite con la que deberás luchar. A la vencedora se le dará una revelación y se le dará también una pureza nueva y al interior de esa nueva pureza como una luz intermitente, un canto que nadie conoce sino sólo la que lo recibe.”

Hay un vínculo con el pasado, a través de la memoria, como un espacio reconstitutivo del ser. Esta reconstitución siempre apela a un nosotros del cual provenimos. Este sentido que se evidencia en toda la obra de Orbegoso, en este libro se extrema en tanto que el cáncer, le da una cara a eso que su sujeto poético siempre tuvo al frente, pero que no se pudo identificar de forma tan visible. Todo esto al punto que las circunstancias más imperceptibles por nuestros sentidos, se iluminan, interactúan, salen a flote, como es el ámbito celular: “y sólo pudiésemos percibir la microscópica respiración de las bacterias/ microscópica como la danza de los parásitos en nuestra sangre/ y las vibraciones de nuestros glóbulos rojos,/ como el paso lento de los invertebrados tardígrados/ como los granos presolares de los meteoritos/ como la soledad del electrón en el hidrógeno/ ¿qué hago con estas piedras?”

Yo creo que en este libro, Orbegoso, consigue alcanzar lo que ya empezara a delinear en Yana Wayra y en Mestiza como un proyecto, y que aquí toma cuerpo y sustancia: un sujeto desplazado por su subalternidad social en un contexto que no reconoce su fuerza originaria proveniente de los antiguos pueblos que habitaron estas tierras. La búsqueda de una esencia a través de las palabras, se manifiesta de forma contundente en esta entrega. Con una urgencia que presenta una gran afirmación, más que una interrogante.