miércoles, 31 de julio de 2024

Palabras de Gabriel Espinoza para presentación del poemario “Bus de la energía pura”

 


PALABRAS PARA LA PRESENTACIÓN DEL POEMARIO “BUS DE LA ENERGÍA PURA” DE PABLO SALAZAR CALDERÓN

FERIA DEL LIBRO DE LIMA 2024

Por Gabriel Espinoza Suárez


                                             

Si comparáramos verdaderamente el libro de Pablo con alguna otra cosa, este libro suyo sería un cassette con música de Vangelis y Jean Michel Jarre y de contrabando una buena canción de la Sonora Matancera de Cuba. Así tendríamos Oxígeno, Carros de fuego y Ay cosita linda, juntos. O mezclados. Todo grabado artesanalmente, pirateado, como en los 80.

Pero desde otro punto de vista este libro también podría ser un vinilo, de esos que tienen lado A y lado B. Específicamente un álbum en la línea de Ziggy Stardust de David Bowie, es decir, conceptual, espacial, extraterrestre y apocalíptico, aunque con sus diferencias. Después sabremos por qué. También este libro podría ser la nave espacial que diseñó el sabio peruano Pedro Paulet, conocido antes porque era el nombre de una academia premilitar y ahora porque su rostro aparece en los billetes de cien soles. También este libro podría ser equivalente a un viaje a ras de la Vía Expresa, desde el punto de vista del copiloto de un ikarus ochentero. Atrás de la cabina del conductor había un sitio estrecho, recordarán, en el que un adulto no podía estirar las piernas, pero estaba bien para un niño de nueve años. También había un carrusel en el medio de los ómnibus acoplados, con una cortina que parecía un fuelle o un acordeón, que giraba y giraba. También se me antoja que el libro de Pablo es equiparable a un instrumento musical (un saxo) envuelto en papel de regalo. El papel regalo es colorido, infantil y está ilustrado en base a ciertos patrones de naves y automóviles vintage.

Cada lector es dueño de leer este libro como mejor le parezca. Yo soy un lector cualquiera, un amigo de Pablo y les plantearé brevemente mi forma de leer, sin pretender nada con eso, simplemente compartir mi lectura y animar a los demás a leer a Pablo de la manera más gozosa posible.

Mi lectura consiste en pinchar los poemas de Pablo.

Si su libro es un vinilo y el lado A del poemario de Pablo se llama BUEN VIAJE, IKARUS 10. Entonces, el lado B se titula SE ESTRELLAN EN LA NIEBLA. El lado C se llama ENATRUS A LA VELOCIDAD DE LA LUZ. El lado D se titula EN EL GARAJE DE DELOREAN. El lado E se llama ACOPLE EN EL MAR DEL COSMOS y el último lado, el lado F, se llama POSCRÉDITOS DE UNA VIEJA PELÍCULA EN EXPANSIÓN.

Pero antes de pinchar este vinilo, les pido que consideren el poemario de Pablo como un todo coherente y cohesionado. Todos los poemas están ensartados como cuentas de un collar en torno de un solo tema, es decir, responden a una sola bella obsesión. Pablo tiene sus ideas fijas, como todo poeta. Jorge Eduardo Eielson tiene sus nudos, Vallejo a Dios, Carlos Germán Belli al hada cibernética, entre otros.

El tema de Pablo es la nostalgia. Este es un libro sentimental, juguetón, irónico e insólito. A Pablo le gusta el transporte público vintage y las aeronaves espaciales diseñadas antes de la caída del Muro de Berlín. Por eso hay naves soviéticas, no rusas, como el Sukhoi, que ahora mismo utilizan los ucranianos en su guerra contra ahora sí la Rusia de Putin. También hay escarabajos Volkswagen, lanchones Ford Falcon y ómnibus escolares. También hay combis e Ikarus, que algunos llaman bussings nunca supe bien por qué razón. Hay que decirlo también: hay un auto con alas de gaviota, llamado DeLorean, el mismo que aparece en Volver al futuro, la película ochentera de Robert Zemeckis, donde actúa Michael Fox.

Pero veamos qué nos trae el primer surco. Voy a leer el poema que aparece primero ante los ojos del ordenado lector.

"Nunca quise la energía de este planeta

tampoco ser un escarabajo abandonado en una playa con la carrocería repleta de stickers del mundial 78

por eso me retiro a ese descampado cubierto por envoltorios de golosinas y botellas de cervezas

para ser esta chatarra rabiosa

que olvida."

Técnicamente el poema es un bodegón. O como dicen los especialistas una écfrasis. Podemos imaginar la imagen: el cielo gris de Lima, una playa cualquiera y en la orilla un pampón de desechos. Una acuarela. Hasta puede haber gaviotas. En ese sentido, algunos tramos de la Costa Verde podrían parecerse. Desde otro punto de vista, este poema –que se titula País autobot, ojo- tiene un aire al célebre poema “Una carretilla roja” de William Carlos Williams. Solo un aire. Y es que Pablo es un poco imaginista, lo sería cien por ciento si quitara toda referencia personal en sus textos, pero no es así.

El poema de William Carlos Williams es este:

"tanto depende
de

una
carretilla roja

vidriada con
agua de lluvia

junto a las
gallinas blancas."

 

Carretilla y escarabajo están tirados a la intemperie. Pero la imagen de William Carlos Williams es casi rural, mientras que la de Pablo tiene de todo lo urbano limeño posible, auto, calcamonías, basura, chatarra. El poema de Pablo es posible en el Apocalipsis Industrial de una megaciudad como Lima, está sobrecargado, triturado, siniestrado de cultura; mientras que el de Carlos Williams es solo un ingenuo objeto que alguien dejó tirado, quizá momentáneamente, en un pequeño pueblo. Un perro negro en un prado verde. Además, es breve y sutil como un haiku.

William Carlos Williams muestra un pequeño desorden en el paisaje, es decir una carretilla roja en el contexto del gran orden de la naturaleza. Es casi un adorno. En cambio, en el poema de Pablo el paisaje es el desorden, el paisaje es el caos urbano. Además, la voz que leemos y escuchamos es la voz figurada de un automóvil. Un auto injuriado por la vetustez, por el abandono y rabioso por la horrible energía de este planeta limense. Nada que ver con los haikus. Este poema es urbano y disconforme, como diría Jorge Pimentel, aconchesumadrado. Fijémonos en el título del poema, como dije, del primer poema de este libro. País autobot. Perú, ya no al pie del orbe como quería Vallejo, sino Perú al borde de un acantilado formado por desechos y escombros.

De aquí en adelante, en su libro Pablo moverá muchas imágenes ochenteras, recubiertas de pátina vintage, nostálgicas, pero no cursis; irónicas, pero no burlonas. Ahí está el detalle.

Entremos en onda, que el DJ tiene buen pulso. Como en “Oxígeno” de Jarre, imagínense esta escena:

“Cruzó la Vía Láctea

en diferentes vehículos

en una misma cabina

A millones de nudos

por el mar del cosmos

(o a mínima aceleración…

para mejor mirar la nebulosa de las colisiones)”

 

Y esta, como en Carros de fuego, de Vangelis:

“Esa combi se detiene

cuando el tráfico empuja

como el pie de un gran robot

Se pierde oxígeno

Las bocinas encienden clamores

Pero ese minibus no se resquebraja

Reta a aquellas luces

exhibiendo sus abolladuras

Reta a todo ese metal

a que venga

y diga

qué busca con sus pasajeros.”

 

A lo largo del libro, Pablo acompaña el viaje de las máquinas vetustas con invicta energía pura. Pablo mezcla el murmurio de las chatarras rabiosas con los ayes eufóricos y jubilosos de los pasajeros. Se escucha en los altoparlantes una voz abismada en emociones, en otras ocasiones es una voz informativa, como en los aeropuertos, en otras es un coro, como en el estadio de fútbol, o una conversación entre un piloto y un controlador en su torre. O como el poema que ahora leeré puede ser una voz lírica en medio de la Avenida Abancay posindustrial.

“Sube

las aguas ocuparon el universo entero

[Es decir,

entre el Callao y Villa María del Triunfo]

Sube

Barranco fosforece

como una luminosa fonda

Sube, sube

Restos de naufragios

campean entre restos de buses

y aeronaves

Sube, te ofrezco mi desdén

Como un ómnibus de plata

alejándose de tu paradero

La soledad de este barrio es mía

astronauta lector

Sube

El pasamanos exterior

espera la mano que no extendiste

para tomar esos manuales

con pentagramas premiados

en concursos nacionales de poesía

sino aquella

a la deriva

tras perder balance fuera de la nave

sorteando curiosos contextos

Sube, te prometo el aire

No te engaño

te ofrezco el quiasmo

el oximorón

la contradicción

como semillas chispeando en esa salinidad

Como Lucy en el cielo con diamantes

Como un animal que tiembla

antes de lanzarse sobre ti

Eternas aperturas

Son tuyas

En estos mares del cosmos.”

 

Por cierto, este es el poema que me gusta más de todo el libro.

Pero acá nadie quiere excederse en emoción, nadie ha empezado a explicar nada, nadie va a dar lecciones a nadie, solo vamos a gozar con este libro y abismamos en sus imágenes. Por eso, voy a hablar de Oscar Santa María Huertas, el Ziggy Stardust de Pablo Salazar o de Carl Salazar o de Aladin Salazar.

De fondo escuchamos Ay, cosita linda. Estamos en un taller de mecánica de la avenida Iquitos para cambiar el escape o quizá en la Maestranza de la Base Aérea La Joya de Arequipa. Canta Carlos Argentino, vocalista de la Sonora Matancera.

Otra voz dice esto:

“El 11 de abril de 1980 a las 7:15 a. m. mandos militares enviaron al capitán Oscar Santa María Huertas en su aeronave Sukhoi 22, a interceptar un objeto detenido sobre la base aérea de La Joya, en Arequipa

¿Acaso es un globo espía?

—se preguntaba uno de los más de mil ochocientos soldados que miraba hacia el cielo—

Se acercó para entablar comunicación con él, pero este se apartó. El Sukhoi se elevó para interceptarlo en su nueva posición, pero se volvió a alejar.

Entonces se convirtió en algo personal —recordó el ex capitán FAP—. Tenía que derribarlo.

En ese momento disparó ráfagas de obuses. Lo tenía que alcanzar, y aunque dio directo en el blanco, el objeto desconocido ascendió ileso a gran velocidad por el cielo.

Pasaron años de aquel suceso. El capitán había pasado a retiro y necesitaba repuestos baratos para su Volkswagen cuando halló al Ikarus10 en un depósito a las afueras de la ciudad.

En ese bus articulado lo esperaba su asiento con cinturón de seguridad en un pasaje de fuelles similar a un acordeón. Fue invitado a subir a la manga de abordaje, antes del inminente despegue.”

Este es el comienzo de una película, de una miniserie, que podría titularse de muchas maneras. Pablo le ha puesto ENATRUS A LA VELOCIDAD DE LA LUZ.

Aquí nadie va a explicar qué tiene que ver un ovni con una empresa estatal velasquista. Simplemente, se acepta que un capitán FAP persiguió y disparó contra un objeto volador no identificado, pero no lo alcanzó, porque se quedó sin combustible. Y después de esa experiencia el capitán adoptó ese estilo, esa manera de mirar el horizonte tan características de los héroes y los poetas:

“Observan a los Ikarus 10

Sus luces se elevan por la ciudad

como el mar por los pisos de un estacionamiento abandonado

La arena en la curvatura de los neumáticos

dibuja la cabina del capitán Santa María

y la sonrisa del otro piloto desapareciendo al doblar la esquina en la calle de despegue

Sus luces se elevan por la ciudad

como el mar

inundando los pisos de un estacionamiento abandonado

Desaparecen por acción del espacio exterior

La arena en la curvatura de los neumáticos

narra la historia del capitán Santa María

otra versión de lo ocurrido en la base La Joya

La arena en la curvatura de los neumáticos

cifra una leyenda en la calle de despegue

Cifra una multitud que salta al espacio con solo la música de sus motores.”

 

Y después:

 

“Bussings olvidaron la ciudad, el barrio, la vía expresa

tuvieron tal prisa

que partieron desprovistos del mínimo implemento tecnológico

digamos que estaban compuestos únicamente de carbono y grafito

del mismo compuesto con el cual se forman las pistas de los carros chocones

En las investigaciones de científicos, escribas y detectives sobre su desaparición

se concluyó que se fueron hace casi treinta años

a buscar otras temperaturas y presiones extremas sobre sus asientos y carrocerías

se fueron a buscar otro calor en su centro

a buscar la existencia origami

que en millones de años

los vuelva diamantes.”

Pablo plantea una especie de reencarnación cyborg, es que los cuerpos de las naves son orgánicos.  Y la chatarra está erotizada. Neurotizada. Stoneada. Recuerden, ante nosotros hay ikarus y a la vez un sukhoi que se persiguen una y otra vez, y que de diferente manera, cada cual persigue un ovni. Lamentablemente, se tienen que detener a recoger pasajeros, niños, empleados, obreros. Pague con sencillo. Se reanuda el camino, y de vuelta aparece el ovni, como un espejismo, como una promesa.

Elevemos nuestro espíritu. Como dice David Bowie, que el amor descienda sobre los indefensos. Esa es una forma de nostalgia. Que el amor descienda sobre los indefensos, no es la salvación, tampoco la condena. Es posponer la muerte o no darle tanta importancia a la muerte. Ahora mismo que escuchamos hablar sobre poesía, que alguien nos lea poesía, ahora y en la hora en la que alguien pincha este libro, vivimos el amor. Que el amor descienda sobre nosotros.

Hay otra cosa que me gusta de este libro. Es un tipo de intertextualidad lúdica, no pomposa, ni seudo erudita, sino una intertextualidad que vivifica. Ejemplo. El inventario de las naves. Leo un fragmento del Canto II de La Illíada:

Decidme ahora, Musas que poseéis olímpicos palacios y como diosas lo presenciáis y conocéis todo, mientras que nosotros oímos tan sólo la fama y nada cierto sabemos, cuáles eran los caudillos y príncipes de los dánaos. Á la muchedumbre no podría enumerarla ni nombrarla, aunque tuviera diez lenguas, diez bocas, voz infatigable y corazón de bronce: sólo las Musas olímpicas, hijas de Júpiter, que lleva la égida, podrían decir cuántos á Ilión fueron. Pero mencionaré los caudillos y las naves todas.

Pablo escribe en la sección El tráfico de los buses-cohete

I

“Marcopolos Torino con chasis B58 ensamblados por Etramsa & Morillas Enatrus chasis volvo en carrocerías Camena & Moraveco monoblocos carrozados por Etramsa con chasis Mercedez Benz Etulsa Alfa Ikarus Etragelar Hino la 48 la desaparecida & expulsada 76... mantienen tal velocidad democrática, que despegan...”

Genial.

Otra cosa que quiero destacar del libro de Pablo es la honestidad.

Pablo dice:

“¿Y si somos solo un bus escolar

y no una aeronave…?”

Ese yo poético también es un niño que, en su dormitorio, ve pasar las sombras que dejan pasar las cortinas, la luz del poste, los ruidos del parque vecino, la ciudad que ladra afuera.

Seguimos:

“Amanecí sin mi traje espacial

Como un pulpo de hule en una tina de baño vacía

Reconocí las moléculas de nuestro hogar

bajo la lente de mi microscopio de juguete:

Estábamos juntos

alrededor de una mesa

No éramos los mismos

Pero éramos bajo mar abierto

una familia”

Pablo dice:

“En las pantallas de las antiguas computadoras de Lima aparece GAME OVER él nos persigue sale a las calles se sumerge en nuestras canas abre nuestras bocas y de vuelta sale por ellas GAME OVER GAME OVER.”

Finalmente,

 BUS DE LA ENERGÍA PURA Tiene título futurista, aparentemente, pero no lo es, por lo menos no es futurista a lo Marinetti.

Para esta ocasión, se me ocurrió hacer sutiles conexiones con Cinema de los sentidos puros de Enrique Peña Barnechea. Y vaya que tiene conexiones, por la sostenida exploración del yo poético. Aunque los recursos poéticos o mejor dicho los mecanismos de producción textual entre ambos libros sean diferentes. Pero aquí nadie quiere explicar nada.

Solo estas dos últimas pistas:

Pablo dice:

“Se estrellan en la niebla

Un auto y un avión

cada uno sigue su camino hacia el cielo de chatarra

Los cinturones de seguridad

rendidos sobre los asientos

atrapan el vacío como un mensaje presurizado

desaparecen sus números de serie son borrados lentamente en sentido contrario al que fueran escritos Son casi astronaves pero un bélico encanto los retiene y no pueden irse.”

Pablo dice:

“El bus Ikarus10, encubierto entre vehículos anaranjados por el óxido, ya tiene a bordo a sus tripulantes: el ex capitán FAP Oscar Santamaría Huertas (de juvenil, bateador en “Los Astronautas” de San Borja), que se enfrentara a un ovni con su aeronave Sukhoi22, sobre la base La Joya, el año 1980; y yo, Carl Salazar (profesor de lengua y literatura), ahora de copiloto.

La comunicación con la torre del descontrol en este tramo, será permanente. Ya fijamos la misión, más no las coordenadas: Dar caza a ese objeto volador desconocido que burlara al Capitán Óscar Santamaría Huertas, y encontrar a mi padre en algún lugar del océano cósmico y sus profundidades.

Mi padre miraba el mar buscando a la gran ballena, (que siempre se lleva algo de nosotros). Yo sigo la estela de tal cetáceo, en la noche del cosmos, esperando que me lleve junto a él. Confío hallar algunos artículos personales suyos en el camino, como pistas o partes de un modelo para armar.”

Gracias.