lunes, 15 de mayo de 2023

RESEÑA a "Acople en el mar del cosmos" realizada por el poeta Miguel Ildefonso

 




Luego de cuatro años de publicado el excelente poemario Buen viaje, Ikarus 10, Pablo Salazar Calderón nos entrega ahora Acople en el mar del cosmos (Editorial Pájaro de Fuego, 2022). Es la segunda parte, al parecer, de una saga poética, que ahora “narra” el viaje de la misma nave tripulado por el capitán Oscar Santamaría Huertas (personaje peruano que en 1980, en la vida real, o en la ficción de la realidad, “se enfrentara a un ovni con su aeronave Sukhoi22, sobre la base de La Joya”) y  por el copiloto Carl Salazar (“profesor de Lengua y Literatura”). 


“Ya fijamos la misión, mas no las coordenadas” dice el poeta en el texto en prosa de la introducción. Y esto es importante saberlo, pues la aventura del viaje hacia la nebulosa de Orión, de la caza de ese “objeto volador desconocido que burlara al capitán” es también el viaje interior del poeta (y de su lenguaje) hacia la memoria familiar que es representada por la ballena. Aquella gran ballena que el padre del copiloto Carl buscara al contemplar el mar, y, tal como enfatiza, “que siempre se lleva algo de nosotros”. El copiloto-poeta dice, además, acotando algo que corrobora la visión subjetiva de su misión: “yo sigo la estela de tal cetáceo, en la noche del espacio, esperando que me lleve junto a él.”


Es la navegación, entonces, de una búsqueda por el espacio cósmico y al mismo tiempo, simbólicamente, a través del mar. No es gratuito que el epígrafe sea el extracto de un libro de Carl Sagan titulado La orilla del océano cósmico. Las coordenadas, por tanto, son los momentos estelares en que se suceden los poemas: textos en verso compuestos de descripciones, diálogos, reflexiones, flash back, declaraciones y monólogos.


Al final del libro, la nave espacial (que en los referentes simbólicos de la memoria de la infancia del poeta es el bus Ikarus que existía en el Perú) se acoplará a aquella ballena u ovni o nave desconocida. “Reconocí las moléculas de nuestro hogar/ bajo la lente de mi microscopio de juguete: / Estábamos juntos / alrededor de una mesa / No éramos los mismos / Pero éramos bajo mar abierto/ una familia”, dice ya hacia el final, cerca al acoplamiento.


La simbología de la ballena remite a la famosa ballena blanca (o cachalote) Moby Dick de la novela de Herman Melville, que cuenta la historia del capitán Ahab que se embarcó en su búsqueda para cazarla. Aunque la ballena del libro de Salazar Calderón es de color negro, tal vez por la asociación con los “agujeros negros”, aquellas monstruosas regiones del cosmos que pueden absorber todo lo que está a su alcance.


La propuesta del poeta es el acople de la lírica con la ciencia ficción, de la lírica con el lenguaje técnico/científico, y de la lírica con la épica. El poeta nos “narra” más que un viaje de cacería, la búsqueda de la sobrevivencia de lo humano y lo sublime. El género de la épica es algo que ya no se practica tanto, debido al individualismo que caracteriza estos tiempos, desde los años 80s sobre todo. Uno de los últimos textos épicos son Omeros de Derek Walcott; la obra poética de Raúl Zurita es épica; lo mismo Splendor de Enrique Verástegui. A diferencia de la recreación del mundo griego en el primero, de la crónica de las dictaduras latinoamericanas en el segundo, o de la utopía del amor en la poética de la urbe en el tercero; aquí se nos presenta una escritura del futuro, un hablar desde esa zona que, gracias a la ciencia y la tecnología, se hace posible. 


Finalmente, y que es lo más importante, es el acople de la humanidad (a través de la simbología de la memoria personal o familiar) con las posibilidades de una vida más plena que nos brindan la navegación, la exploración y la investigación hacia los rincones más alejados de nuestro sistema solar.


El astrónomo, escritor y divulgador científico Carl Sagan escribió en su libro Los dragones del Edén: “Cuando reconocemos nuestro lugar en la inmensidad de los años luz y en el paso de las eras, cuando atrapamos lo intrincado, la belleza y la sutileza de la vida, entonces ese sentimiento de dolor se va y aparece una sensación donde se unen la humanidad y la generosidad.” Es ahí, también, que la poesía tiene posibilidad de existencia en ese mar desconocido que nos espera. Como dice el poeta “Somos parientes de la otra dimensión/ Apretujados en un bucle temporal/ la bioquímica de un cardumen krill”; pero también somos hechos de poesía.


https://miguelildefonso.blogspot.com/2023/05/acople-en-el-mar-del-cosmos-de-pablo.html?m=1&fbclid=IwAR2vwxlYd29KDGmSXVvRrcd_gwCqUhZBGV2d5omRINKoecP86X9bVenivW8#more