lunes, 15 de junio de 2020

Yo quería tener un amigo, no importa que fuera imaginario (Reseña sobre “Estrellas en el cielorraso”, de Gloria Portugal)






Treinta poemas separados en tres secciones: Historias de fantasmas, Luces de semáforos y Billetes falsos, conforman “Estrellas en el cielorraso” (Paracaídas, 2016), segundo libro de Gloria Portugal (Trujillo, 1976).
Las tres secciones apelan al pasado.  En “Historias de fantasmas” se da una especie de repaso de aquello que se ve en las imágenes de antaño junto a familiares muy cercanos, como fotografías que en un principio se quieren describir como grandes tiempos, pero que en la voz poética terminan mostrándose como realmente son, por ejemplo en el poema “Hilman 1976” lo que pudo ser un épico momento cuando compraban el auto familiar, terminó de la siguiente manera: “Hasta que un día dejó de correr/ y fue a parar al chatarrero// Por eso, cada vez que mi padre dice que tengo la misma edad de aquel carro/ no puedo evitar envidiar su suerte:/ mientras él apaciblemente descansa/ yo aún tengo que seguir corriendo”. La realidad tiene tal gravedad, que toda acción orientada hacia la idealización, se ve frustrada, por la necesidad de tener algo que sea de verdad. Genera una acción de repliegue hacia el lugar interior desde el cual se contemplan las estrellas en el techo (cielorraso) como si se sintiera seguro allí.
“Lima aparecerá interpretada como una habitación, un cuarto cerrado donde yace el poeta y la poesía” dirá el poeta Balo Sánchez León en su ensayo “Lima en la poesía actual” para resaltar el carácter intimista de la generación del 50, donde resaltan figuras como Washington Delgado, Pablo Guevara o Jorge Eduardo Eielson, entre otros. El exterior no mella en ellos sino como algo lejano. De la misma forma, Gloria Portugal escribirá poemas desde ambientes íntimos y cerrados (aunque con una ironía, humor e ingenio particulares), cosa que se adivina desde la lectura de los epígrafes que elige, como este de Jorge Eduardo Eielson: “Las ventanas abiertas/ ya no dan al cielo/ como hace tiempo”. Señas que adelantan que el contenido del libro tendrá una perspectiva desde puertas adentro.
En principio, la relación con el mundo es conflictiva, pero luego el sujeto poético resuelve esa frustración con tal humor e ironía, que no se le percibe derrotado, al contrario, asienta las bases de un mundo de fantasía, lúdico, muy suyo e interesante. Diría que desde un inicio, hasta el final, impone una voz poética.
“Luces de semáforo” exponen más bien la soledad y la fragilidad del sujeto poético expuestas en poemas en los cuales se mimetiza con seres indefensos como “La mascota”, “flores inusitadas” “el loco”, “canción del diente de león”, en este último dirá “Conozco mi destino de mata/ sin precio// Mi redención está en el viento”. Allí se refleja esa necesidad de querer dejarse llevar a la deriva, como algo o alguien que ansiara salir de ese espacio que la oprime.
“Billetes falsos” se suma el mensaje de que la vida no tiene el brillo que aparenta tener. La destreza poética de Portugal radica en cómo se burla de esa ilusión. El humor y la ironía asienta estacas de la realidad para que el sujeto poético pueda asirse a ella “En la carnicería” por ejemplo, mientras observa la cabeza de una chancho dice “La cabeza de cerdo duerme un sueño/ que le acabo de inventar:/ plácido y profundo…// …Y la observo con pesar, mucho pesar/ incluso cuando recuerdo que aún no he pedido/ ese kilo de chuletas”. El humor es tan preciso, como un cuchillo de gran filo.
Esta voz encuentra grafía con “letra de primarioso” -como diría Luchito Hernández-. En su poema “Escrito de primera página” lo dirá: “Temo escribir en esta página/ porque es la primera del cuaderno/ rara vez se tiene algo que valga la pena decir/ algún verso memorable, un lugar poco común” donde despliega su traje poético retórico, un andamiaje que por momentos nos hace recordar la anti poesía de Parra, que descree de la pirotecnia de cierta lírica (lírica que podría ser también un billete falso). 

Este lenguaje llega hasta uno, como una niña que llega  para pedirte pasear por sus recuerdos de álbum de fotos, pero que luego, tras escucharla, sin darte cuenta en que momento pasó, te transportará a otro mundo, uno brutalmente real y fascinante.